21 mar 2015

La diferencia entre derechos y privilegios


En las dos entradas anteriores hablábamos de un artículo de Norma García Villalva que llamó nuestra atención. Recordemos que daba 6 razones que explicaban el mal comportamiento de los hijos:

1) Porque tú los dejas
2) No hay consecuencias del mal comportamiento
3) Tú les dices a tus hijos que son especiales
4) Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida
5) Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios
6) Trabajas en la autoestima de tu hijo

Hablemos ahora de la quinta razón:

Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios

"Los hijos tienen entre otros los siguientes derechos: a la vida, a jugar, a la libertad de opinar, a una familia, a la protección contra el trato negligente, a la alimentación, etc. Los privilegios son concesiones ganadas por una acción determinada; a nuestros hijos les compramos cosas, lo más actual en videojuegos, por ejemplo, o ropa o zapatos de marca, o una mascota, e incluso los llevamos al cine o a vacacionar, les compramos celulares, etc, etc. y todo gratis, a cambio de nada, hoy te digo que aunque te sobre el dinero para complacer a tu hijo, tienes que enseñarle a ganárselo; él tiene que saber que las cosas que le gustan cuestan y hay que pagar un precio por ellas, incluso estas cosas te ayudarán en la negociación de actitudes y comportamientos."

Es bien importante la distinción que hace García con respecto a derechos y privilegios. Los hijos tienen derecho a vestimenta, pero la vestimenta costosa y de marca que ellos específicamente piden es un privilegio. Vestimenta, así, a secas, no es lo mismo que vestimenta cara, importada o de marca.

Lo que García está diciendo es que cuando estas dos cosas se confunden empiezan los problemas, ya que el menor cree realmente que los papás están obligados a darle lo que él desea, que sus acciones no tienen consecuencias y que él es un privilegiado de por sí, por naturaleza, no importa qué haga, con qué intención o con qué finalidad; él tiene de todo y todo lo que desee, basta con pedirlo o, máximo, rogarlo o suplicarlo a sus papás.

Efectivamente, si tu hijo tiene, por ejemplo, 8 años, se comporta como un salvaje en la casa y en el colegio, no responde a tu autoridad, te manipula y se comporta como un tirano, no vas a comprarle una tablet o una play station 4... por favor. Hacer esto es enloquecedor, literalmente, no corresponde, es casi casi como el mundo al revés.

Lo que corresponde es atender la salud mental de este niño o de esta familia y ser coherentes con la disciplina.

Cuidado con llevar esto a niveles negativos

Sin embargo, esta negociación, este "ganarse los privilegios" a los que hace mención García, según nuestro parecer, tiene ciertas consideraciones.

1. Es mejor no hacer explícita la negociación. Es decir, el decir "si te portas bien este fin de semana en casa de tus tíos te compro lo que me has pedido", no nos parece una forma positiva de abordar el tema de los privilegios. ¿Por qué? Porque el niño aprende a "portarse bien" sólo cuando el otro tiene con qué pagarle, cuando lo civilizado es comportarse correctamente por respeto al otro. Los privilegios es mejor que caigan cuando los papás sienten que su hijo se los merece, sin anunciarlo, sin decir por qué, simplemente que caigan mudos. El portarse bien, las buenas notas, el respetar la autoridad de los papás es mejor reforzarlos rápidamente verbal y corporalmente, con cariño, no con cosas materiales.

2. Con respecto a los estudios y más o menos en la línea de lo anterior, si tú le dices a tu hijo que si saca buenas calificaciones le compras la lap top que desea, tu hijo aprenderá que el trabajo es bueno sólo en la medida en que trae una recompensa material ajena al trabajo mismo. Vivir así trae innumerables problemas a lo largo de toda la vida; por ejemplo, problemas vocacionales. A los niños, por naturaleza, les encanta aprender cosas nuevas. Esto es bueno reforzarlo desde temprano, desde que ingresan a inicial, celebrando el aprendizaje de lo nuevo, de las nuevas habilidades adquiridas, no comprándoles cosas. Así el niño disfrutará su proceso de aprendizaje por sí mismo. Los privilegios aquí también es bueno que caigan solos, mudos, sin anuncios, sin negociación previa, cuando sientas que tu hijo se lo merece.

Conclusión

Los derechos de tus hijos son inviolables. Los que corresponden a tu crianza como papá, son tu deber, no hay forma de evadirlos: protección, salud, alimentación, vestido, educación, vivienda, juego, buen trato, etc.

Dar privilegios no es tu obligación. Consideramos que es necesario otorgarlos dosificadamente, con cuidado, de acuerdo a la realidad, a cómo se dan las cosas. De esa forma sabrás que mientras más dispuesto estés a darle a tu hijo cosas que él desea es porque él mejor está. De esa forma los privilegios se convertirán en un aliado y no en un enemigo.

18 mar 2015

Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida


En la entrada anterior hablábamos de un artículo de Norma García Villalva que llamó nuestra atención. Recordemos que daba 6 razones que explicaban por qué el mal comportamiento de los hijos:

1) Porque tú los dejas
2) No hay consecuencias del mal comportamiento
3) Tú les dices a tus hijos que son especiales
4) Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida
5) Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios
6) Trabajas en la autoestima de tu hijo

Hablemos ahora de la cuarta razón:

Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida

"Ellos no lo son. Yo sé que tú piensas que lo son pero no es así; cuando tú dejas a tus hijos pensar que son la persona más importante en tu vida, ellos aprenden a manipularte y tu terminarás haciendo lo que ellos digan. Tus hijos son importantes, no me mal entiendas, tus hijos deberían ser amados incondicionalmente; pero los padres que ponen por encima de todo, la felicidad de sus hijos y sacrifican su propia vida y algunas veces su matrimonio también, entonces cuando acabe la labor como padre, tus hijos crecerán y te dejarán, e irán en busca de su propia felicidad y tú te quedarás únicamente con tu esposo(a). Si todo tu tiempo y energía lo gastas únicamente en tus hijos, cuando ellos se vayan tú no tendrás la certeza de que tu compañero(a) estará contigo; esa es una de las razones porque hay divorcios luego de que los hijos se van, pues la única cosa en común que tenían eran los hijos, y nunca trataron de alimentar el amor marital como lazo de unión que no fueran los hijos. Esto mismo pasa con las madres y padres solteros, ellos gastan tiempo y energía en sus hijos, sacrifican su propia vida, pensando que lo mejor es servir a sus hijos y poner su vida "en espera" mientras los ayudan a madurar, pero después los hijos se van y ellos se quedan solos sin compañero(a) con quien envejecer juntos, por lo general terminan tratando y viendo a su hijo de 50 como si fuera de 4 años."

La autora parece irse un poco por las ramas aquí. Parecía que el artículo trataba sobre el mal comportamiento de los hijos, y ahora parece centrarse en el tema de pareja y de paternidad. Pero sí, efectivamente, unos papás cuya vida sólo gira alrededor de sus hijos, nuevamente les están enseñando a ser egocéntricos y egoístas, pues la primera experiencia de relación que están teniendo es con sus padres, que viciosamente giran a su alrededor y su vida está centrada en ellos. Es natural que siendo así estos niños se sientan reyes, se sientan como el sol, como centro de todo, cuando en realidad no lo son.



¿Esto puede generar mal comportamiento?

Sí podría, en la medida en que el niño sienta que tiene poder sobre sus figuras de autoridad, que giran alrededor de él como si fueran satélites. Efectivamente pueden aprender a manipular y los padres pueden tender a la sobreprotección. Los papás que giran demasiado alrededor de sus hijos pueden llegar a sentir que dependen de ellos y que sin ellos su vida no tendría sentido. Esto (que hasta cierto punto es natural en el hecho de ser papás) podría llegar a tener las características de una dependencia cuando está demasiado exagerado. Los hijos pueden percibir esto y aprender a manipular a estos padres debilitados.

Para concluir con esta parte, basta que uno de los padres se coloque en este rol para generar los problemas descritos. No necesariamente tienen que ser los dos. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos visto la combinación de padre ausente trabajando en exceso y madre sobreprotectora cuya vida gira notoriamente alrededor del hijo o de los hijos?

El tema de pareja

En una entrada del 2011 se hablaba aquí acerca de lo recomendable que era mantener la relación de pareja, evitar que la llegada de los hijos destruya el vínculo de la pareja que los engendró. Esto es importante. No sólo los chicos no serán colocados injustamente en el rol de reyes, sino que también se les salvará de la culpa que muchas personas tienen escondida dentro de sí mismas, esa sensación de haber destruido la relación de sus papás por haber nacido. Mucha gente tiene esto bien incrustado y escondido en el inconsciente, afectando de diferentes modos sus vidas adultas.


En conclusión

Los hijos, especialmente cuando son más pequeños, requieren muchos cuidados. Pero también hay que tener en cuenta que la adecuada crianza de los chicos también depende del bienestar de sus papás. Ellos también tienen que cuidarse, proveerse de lo que necesitan y satisfacerse. De no ser así, ya no se trata de una crianza, sino de un sacrificio. El sacrificio coloca al niño en una situación de privilegio que no viene al caso y encima le puede generar sentimientos de culpa y de rabia escondidos, así como tendencia al egoísmo, manipulación y mal comportamiento.


16 mar 2015

Tú les dices a tus hijos que son especiales


La psicoterapeuta infantil Norma García Villalva tiene una página en Facebook donde publica contenidos interesantes cada cierto tiempo. En uno de sus artículos, titulado "¿Por qué tus hijos hacen lo que hacen?", García da 6 razones que pretenden explicar el mal comportamiento de los hijos. Hay 4 de ellas que han llamado nuestra atención.

Las razones en cuestión son las siguientes:

1) Porque tú los dejas
2) No hay consecuencias del mal comportamiento
3) Tú les dices a tus hijos que son especiales
4) Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida
5) Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios
6) Trabajas en la autoestima de tu hijo

Resaltamos las que han llamado nuestra atención. Hablemos de la tercera razón.

Tú les dices a tus hijos que son especiales

Norma García, en la tercera razón escribe:

"Quizás no vas a estar de acuerdo conmigo en esto, creéme que a mí también me resultó difícil entenderlo y aceptarlo, pero es una realidad. Si tu eres de los que actualmente cree que su pequeño ángel es especial, lamento decirte que no lo es; si tu le dices a tus hijos que son especiales muy constantemente, los perjudicas más que ayudarlos, Tu hijo es especial para ti y sólo para ti, no lo es para nadie más. Tu hijo nació con todo tu amor y verlo crecer es toda una maravilla, sin embargo cuando crece y cruza tu puerta para ir a la escuela, él, sólo es un niño más en la lista de la escuela, y no hay nada de especial acerca de él. En el mundo real, tu hija no es una princesa, ni tu hijo un príncipe, sólo es un niño mas. Los hijos deben entender y aprender a crecer sabiendo que al instante que dejen tus amorosos brazos y entren al mundo real, nadie los amará por la única razón de que ellos existen, como lo haces tú."

¡Qué importante nos parece esta observación! Definitivamente estamos plenamente de acuerdo con ella y sería interesante que los papás tomen nota de esta explicación tan sencilla y tan objetiva. Nuestros hijos son especiales, son únicos, son amados, sí, para nosotros, sus papás, no para el resto del mundo. Que otras personas los consideren especiales dependerá de sus acciones y de su futuro aporte a la comunidad. Efectivamente, nadie en la calle los va a considerar sólo por el hecho de que existen. Hacerles creer esto, voluntaria o involuntariamente, es de alguna forma engañarlos.

¿Esto puede ocasionar mal comportamiento?

Creemos que sí, porque el niño puede realmente creer que el mundo gira a su alrededor, se empieza a formar una persona egocéntrica y egoísta, que cree que es valioso por sí mismo, independientemente de sus acciones. Pasar de esto a creer que tiene derecho a exigir lo que desee gratuitamente hay sólo un paso. Pasar de esto último a no sólo exigirlo sino directamente a tomar lo que cree que le pertenece, hay un paso más. Es una forma de crear a una persona prepotente, que cree que tiene una corona que no existe.

A tomar nota de esto...

6 mar 2015

El terror a lo psicológico


 
Al parecer, por lo general, a las personas nos resulta mucho más fácil comunicar nuestros asuntos de salud física o nuestras dolencias corporales, en comparación con nuestros sentimientos.

Las respuestas clásicas podrían ser: "es que nadie me escucharía" o "me van a juzgar" o "eso implica abrirse y me da vergüenza".

El asunto de fondo podría ser que las personas no deseamos profundizar en nuestros sentimientos, en nuestros afectos, en nuestras historias o en nuestros mundos internos. Hay incluso quienes niegan su importancia, especialmente los hombres.

Esto podría explicar por qué es que igualmente a las personas nos puede resultar mucho más sencillo ir a visitar a un médico que a un psicólogo o psicoterapeuta, o por qué las personas podemos ir tranquilamente durante años a que nos hagan una ortodoncia, pero no aguantamos unas cuantas semanas de psicoterapia.

Lo lamentable de esta realidad es que mantener una salud emocional óptima, no sólo nos mantiene mejor mental y físicamente a nosotros mismos, sino que optimiza la salud de nuestra descendencia, pues mientras menos problemas emocionales tengan los papás, menos problemas habrán en la crianza de los hijos, que, a su vez, crecerán y repetirán el patrón saludable con sus propios hijos, y así sucesivamente. Seguramente, si las personas prestáramos más atención a nuestra salud mental, el mundo se convertiría en un lugar mejor.

Sin embargo, parece que nos resulta más sencillo ir a un gastroenterólogo o a un reumatólogo que consultar una depresión, un insomnio que no se va, o cualquier problema emocional. ¿Por qué? Parece que confrontar nuestras tristezas, nuestros temores, nuestras culpas, nuestras experiencias traumáticas, resulta mil veces más doloroso que el hecho de que nos metan una sonda para hacernos una endoscopía, una quimioterapia o una soldadura de hueso roto, y por eso, mejor ni hablar de nuestros problemas psicológicos, ni mencionarlos, ni atenderlos cuando se vuelven un problema.