16 abr 2017

Una visión pervertida del viajar

Me encontré con esta imagen rondando por ahí:


Bueno, ¿qué decir? La verdad es que quienes me conocen saben que yo no soy muy entusiasta de andar viajando y me tildan de "aburrido" por ello. No es que me disguste viajar, pero la verdad es que tampoco voy por la vida pensando o deseando eso intensamente. La verdad que cuando lo hago la paso bien, pero francamente no es una actividad que me interese lo suficiente como para tenerla presente, lo que tal vez sea un "error" mío. ¿Por qué digo esto? Porque por ahí hay investigaciones o reflexiones interesantes que permiten concluir que el hecho de salir de nuestro espacio habitual y aterrizar o transportarnos a otro distinto, o completamente distinto, según sea el caso, implica que todo nuestro sistema biológico haga un esfuerzo para adaptarse, lo cual lo pone en movimiento, lo enriquece, lo cuestiona.

Esto es algo que podemos reconocer fácilmente apelando a nuestros recuerdos. Yo por ejemplo recuerdo que en un lugar al que fui me costó mucho adaptarme a las normas viales del sitio. Literalmente me mareaba en los cruces de avenidas y tenía que esforzarme para actuar como se debía. ¿Qué es lo que sucedía ahí? Pues que mi sistema nervioso central estaba haciendo un enorme esfuerzo por adaptarse a una realidad nueva que presentaba algunos cambios. Y esto es genial porque al conseguir adaptarme a estas nuevas características, mi sistema nervioso central ganaba plasticidad, hacía neurogénesis, se fortalecía, y entonces, luego del periodo fuera de casa, regresé a mi espacio habitual enriquecido por la experiencia nueva.

A lo que voy es a que viajar es saludable, ¡muy saludable!

El olvido y el escapismo: una visión pervertida de los viajes


Ahora bien, ¿qué pasa con esta imagen? Lo que sucede es que, a diferencia del viajar, esta imagen no tiene nada de saludable. ¿Por qué? Pues porque resulta que se desea "olvidar" los caminos anteriores. ¿Alguien se acuerda de aquel dicho que reza "una nación que olvida su historia está condenada a repetirla"? Pues lo mismo se aplica a los seres humanos. Un ser humano que desconoce su historia, que no piensa en su historia, que escapa de ella, que la pretende olvidar, está condenado a repetirla, con los mismos errores, con las mismas metidas de pata, con las mismas malas jugadas.

Muchísimas veces he escuchado a las personas a mi alrededor, sea en consulta o sea en mi vida diaria, decir que quieren viajar para escapar, para olvidarse. Y aquí no hablamos de hacer un paréntesis, como cuando quiero "olvidarme por un tiempo de todo", que es muy distinto; a eso se le llama descanso, recreación, eso es otra cosa. A lo que me refiero es a aquellos viajes en los que la persona realmente pretende olvidarse, no por un tiempo, sino olvidarse de verdad de las cosas, escapar, huir, dar la espalda, no enfrentar ni, por ende, solucionar nada.

Viajar fortalece el corazón, pero no por el olvido

¿Qué dice el meme, o como quiera llamársele? Pues esto: "dicen que viajando se fortalece el corazón, pues andar nuevos caminos te hace olvidar el anterior". Pues es cierto, algunos dicen esto, lo que vendría a ser lo mismo que decir en el siglo XIII "dicen que la Tierra es cuadrada". Vamos, la proposición es verdadera, pues es lo que dicen. Ahora, de ahí a afirmar que eso que dicen es correcto, es otra cosa.

Veamos lo que dicen, entonces. La primera parte ("viajando se fortalece el corazón") es cierta, como intenté ilustrar arriba, y por ello es que digo que tal vez mi poco interés en los viajes no sea algo muy positivo para mi vida. No pretendo que obsesionarme con ello sea sano, pero sí me convendría más interesarme un poquito más en una actividad tan enriquecedora.

Pero, bueno, con respecto a la segunda parte ("... pues andar nuevos caminos te hace olvidar el anterior"), solo puedo decir que eso se llama "escapismo""evitación", además que es categóricamente falso.

Olvidar: el sueño imposible que debilita el corazón

Muchas personas desean olvidar, lo que no es conveniente porque es de la memoria de la que se nutre el aprendizaje. En situaciones normales, los fracasos y las malas experiencias, siendo aprovechadas adecuadamente, nos fortalecen y nos indican por qué caminos NO hay que ir, nos revelan verdades incómodas pero sumamente ricas, tienen el poder de llevarnos o acercarnos a alcanzar nuestros éxitos, de la misma forma que las caídas enseñan a un niño a caminar. Incluso hay experiencias terribles, ya fuera de lo normal, que también han tenido el poder de darle un sentido extraordinario a las vidas de las personas resilientes que han conseguido beneficiarse de ellas.

Retomando, muchas personas desean olvidar. Digo que en situaciones normales esto no es conveniente, a lo que debo agregar que, además de inconveniente, es sencillamente imposible. No hay olvido. A veces creemos que olvidamos, pero en realidad no olvidamos nada y en el fondo seguimos sufriendo. Lo único que hacemos es meter la basura debajo de la alfombra. Así visto de afuera se ve muy bonito, parece que no hay basura, nos olvidamos de ella, pero la verdad es que apesta, porque cuando escondemos basura apesta a podredumbre, a pesar de que a simple vista no se ve dónde la tenemos guardada.


Esto explica cómo tantas veces podemos ver a estos viajeros con ansias de olvidar, cómo regresan igual o peor que antes, o se convierten en migrantes para descubrir que allá afuera siguen sufriendo. Si la persona consigue creer que ha olvidado, pues peor, porque con el supuesto olvido ya no hay aprendizaje en serio, o, peor aun, el sufrimiento escondido debajo de la alfombra se pudrirá lo suficiente como para afectar el cuerpo físico, porque así suele suceder, si no nos permitimos pensar, sufrir, llorar, hablar, hacernos responsables de nuestros rollos, recordar y aprender con el cerebro y con los sentimientos, podría ser nuestro cuerpo el que tome la posta y convierta ese sufrimiento en alguna enfermedad.

Viajar para enriquecerse, no para olvidar


Hay que viajar para enriquecernos, no para olvidar; hay que brindar con los amigos para fraternizar, para celebrar, no para olvidar; hay que ver televisión para recrearnos en algo que nos guste, para descansar, para dejar que se nos cuente algo, no para olvidar otra cosa; hay que jugar un videojuego porque nos encanta su trama, porque nos encanta el reto, porque queremos divertirnos con amigos a los que les gusta el mismo juego, no para olvidar y evadirnos de la vida; hay que ir de compras porque queremos darnos el gusto, porque queremos engreírnos un poco, porque es agradable satisfacer una necesidad de manera divertida, no para olvidarnos de nuestras carencias y disolvernos en el consumismo.

14 abr 2017

La depresión: primera causa de discapacidad en el mundo


Hasta hace unos días yo manejaba la siguiente información: que la primera causa de discapacidad a nivel mundial era el cáncer, un conjunto de enfermedades comúnmente asumidas como "físicas", y que para finales de esta década, o comienzos de la siguiente, iba a ser superada por un padecimiento comúnmente asumido como "psicológico", la depresión y sus diversas manifestaciones, seguido muy de cerca por los igualmente diversos trastornos de ansiedad, lo que dejaría al cáncer en un tercer lugar.

Cuando tomé conocimiento de estas proyecciones, ciertamente me sorprendí bastante y realmente tomé mayor consciencia de lo mucho que hay por trabajar en salud psicológica. Al mismo tiempo me decía a mí mismo que faltaba mucho aún para que estas predicciones se cumplan. Pues bien, parece que los días previstos ya llegaron, a juzgar por la nota periodística que me encontré la semana pasada:


La nota del portal de noticias Vanguardia dice algo muy importante. En 10 años la depresión ha crecido 15% en el mundo, lo cual es una barbaridad. La nota lo explica mencionando dos aspectos: 1) la falta de atención psicológica y médica; 2) el estigma con respecto a los padecimientos psicológicos. Es este segundo punto el que me parece fundamental, porque es el punto en el que las personas somos las que tenemos el control directo.

Y es que, siendo sinceros, nadie quiere ir a ver al psicólogo o al psicoterapeuta, y lamentablemente muchos no quieren hacerlo porque pedir una cita con uno sería como admitir que uno "está loco". Ese es el estigma del que habla la nota. Eso hace que las personas no busquen atención y permanezcan con la depresión encima durante muchísimo tiempo, afectando sus vidas, su productividad y la salud propia y la de sus hijos (sí, los hijos niños o adolescentes de un padre o madre con depresión definitivamente van a verse afectados de forma negativa).

Aquí se me viene a la memoria una imagen que vi en las redes sociales que me encanta y que tiene un enorme poder en contra de este estigma contra el cuidado de la salud psicológica:


Hacia el final de la nota, Vanguardia pone una sección que titula "¿Cómo combatirla?", refiriéndose a la depresión, naturalmente. Y menciona una serie de "tips". Me parece que aquí la nota empieza a cojear y justamente empieza a tirar en favor de la enfermedad y no de la salud. Si anteriormente están diciendo que este padecimiento ha crecido tanto debido a la falta de atención, ¿cómo así ponen una sección de tips donde dan consejos estériles y no nos dicen cuándo acudir a un profesional?

¿Por qué digo que algunos de estos consejos son estériles? Basta fijarse en la definición de depresión que ponen ellos mismos antes. Por ejemplo, dicen que la depresión se caracteriza por una pérdida de energía, pero luego ponen en "¿Cómo combatirla?" un tip que dice "actívate, realiza actividades físicas que incrementen tu energía física y mental". O sea, es cierto que el ejercicio físico es el mejor antidepresivo que existe, sin embargo esto es más realista como medida de prevención, no como una forma de combatir directamente la depresión ya instalada en una persona. Es como que digamos que la gripe se caracteriza por, entre otras cosas, la presencia de estornudos y tos convulsiva, y luego pongamos en "¿cómo combatir la gripe?", un tip que diga "deja de toser y de estornudar". Si están diciendo que la persona con depresión se ve afectada por una pérdida de energía, ¿cómo lo mandamos a que haga ejercicio? Sí, lo sé, el que lo consiga hacer como rutina, efectivamente la podría combatir con eso, pero es que no todos lo van a conseguir, ni mucho menos. Llevamos años leyendo este tipo de tips, y ya vemos cómo la enfermedad sigue creciendo.

Otro ejemplo: dicen que la depresión se caracteriza también por sentimientos de culpa, desesperanza e inutilidad. Más abajo ponen "pensamientos de autocastigo e incluso suicidio". En "¿Cómo combatirla?" recomiendan: "positiva tus pensamientos" (¡!). O sea, no lo entiendo; uno se queda con cara de "¡¿qué?!". Nuevamente es lo mismo: una infección estomacal se caracteriza por deshidratación, vómitos y/o diarreas continuas y abundantes. Recomendación para combatirla: "deja de vomitar y de hacer el dos". Hasta resulta gracioso.

Está bien, si uno se siente deprimido y ve cómo esto está afectando su vida, puede intentar reponerse haciendo estas cosas, pero si pasan 4, 5, 6 meses y la depresión continua o empeora, es necesario acudir con un profesional recomendado. Por favor, si están diciendo que la enfermedad está creciendo tanto y está incapacitando a tanta gente en el mundo debido a la falta de atención, ¿cómo no recomiendan a las personas justamente que busquen atención?

Conclusión: si pasa un semestre y la depresión sigue encima nuestro, afrontemos el asunto y busquemos atención profesional. Evitemos engrosar la gigantesca lista de personas deprimidas en el mundo.

4 abr 2017

Contaminación ambiental y déficit de atención e hiperactividad


Hay un tipo de contaminantes llamados "hidrocarburos aromáticos policíclicos" (HAP) que se generan por la combustión de materia orgánica, por ejemplo, combustibles fósiles, petróleo, carbón, alquitrán. Esto significa que en ciudades relativamente grandes, la exposición de las personas a estos contaminantes puede ser significativa, y, dado que son compuestos capaces de producir cáncer y malformaciones congénitas, resulta un asunto a tomar en cuenta seriamente.

Los HAP y su relación con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad

Aquí vamos a asumir que el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) sí existe, ya que hay algunas personas (aunque la mayoría no son profesionales de salud) que niegan su existencia, diciendo que se ha inventado para vender fármacos. Yo personalmente creo que lo que se ha dado, especialmente en la década pasada y en los primeros años de esta, es un sobrediagnóstico irresponsable de este trastorno, y que sí, podría ser que los laboratorios tuvieran algo que ver en ello, como también otros factores, más de índole de responsabilidad, de los profesionales de las escuelas y de los padres de familia (dar una pastilla que "apague" al niño es más fácil que cambiar algunas cosas en casa, por ejemplo).

Pero vamos, el TDAH sí existe, solo que debe ser diagnosticado de manera correcta y no andar asignándoselo a todo el mundo como si fuera una etiqueta.

Partiendo de esta premisa iremos a lo medular: en el 2015 se publicaron los resultados de una investigación interesante. En la ciudad de New York se tomaron a 620 mujeres embarazadas, y de ellas se seleccionó a 250, que son las que habían estado particularmente expuestas a determinados HAP, provenientes de combustión de vehículos motorizados y de calefacciones, durante su periodo de gestación.


A los hijos de estas 250 mujeres se les hizo un seguimiento hasta los 7 o 9 años, que incluía evaluaciones de inteligencia, de detección de TDAH, resonancias magnéticas, etc. Se encontraron varios datos importantes: estos niños presentaban más problemas de pensamiento y problemas conductuales en comparación con la población en general; también mayores riesgos de presentar problemas de conducta y, finalmente, mayores probabilidades de presentar TDAH.


Algunas ideas finales

Esto nos da qué pensar. Este asunto de la contaminación ambiental, no solo afecta nuestros cuerpos (cáncer, por ejemplo, como se mencionó arriba), sino también nuestro comportamiento y nuestra psicología en general.

A veces cuando vemos que algunos hacen sus campañas diciéndonos que usemos más las bicicletas, o ponen sus lemas como "yo soy un auto menos", o cuando se pide más áreas verdes y menos asfalto, tildamos de exageradas a estas personas, cuando en realidad vemos que tienen razón. Es interesante ver cómo algo que aparentemente no tiene nada que ver (la combustión de los vehículos en la ciudad, el lugar dónde vivimos, o la calefacción que usamos) se suma con otros factores y terminan juntos conformando un trastorno neuropsicológico.

Todo esto nos toca porque finalmente todos nosotros somos ciudadanos y elegimos a nuestras autoridades y tenemos la capacidad para fiscalizarlas, así como para educar con el ejemplo a los niños en estos asuntos, que vemos que, nuevamente, sí son importantes.

Referencias

Les dejo aquí algunos enlaces en donde se habla más de este tema:

- Una nota de difusión científica en donde nos cuentan acerca del estudio de New York. Lo bueno para nosotros es que está en español: http://www.neurologia.com/noticia/5143/noticia

- El artículo científico original, publicado en The Jama Network: http://jamanetwork.com/journals/jamapsychiatry/fullarticle/2205842

- La entrada en la Wikipedia dedicada a los hidrocarburos aromáticos policíclicos: https://es.wikipedia.org/wiki/Hidrocarburo_arom%C3%A1tico_polic%C3%ADclico


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe