1 nov 2015

La inutilidad de los sermones


Como bien se menciona en este interesante artículo, los sermones son la mejor forma de que los hijos no nos escuchen.

Muchas veces los adolescentes y jóvenes me cuentan que cuando su mamá, papá o figura de autoridad empiezan a hablar y a despacharse un sermón, ellos literalmente se desconectan, es decir, parece como si estuvieran escuchando, pero en realidad no, están desconectados, viendo cómo la boca de la otra persona se mueve sin parar minuto tras minuto como si fuera una película muda, no están recibiendo la información, no la están procesando, de tal forma que, si les pregunto qué se les dijo, ellos confiesan no acordarse, pues no estaban prestando atención, no estaban escuchando.

Algunos adolescentes no llegan a esos niveles de desconexión tan extremos, pero sí llegan a olvidarse al poco tiempo de lo que se les habló. Es decir, prestan atención limitadamente solo para poder responder si acaso sea necesario demostrar que están escuchando, por ejemplo ante un "a ver, ¿qué te dije?" de los papás. Pero terminado el sermón toda esa información es desechada de sus cerebros.

No se desconectan porque sean malos

Los adolescentes y niños no hacen esto porque sean malos o porque no tienen remedio o porque son unos desgraciados, no. Ellos hacen esto porque el sermón es algo muy desagradable, muy torturante, en donde la figura de autoridad, sea papá, mamá o encargado, asumen una posición de superioridad, sin escucha, unilateral y que contiene una serie de críticas y descalificaciones, pues generalmente los sermones son para cambiar al adolescente, pues el adolescente "está mal". Esto, los cansa, los hace sentir mal, los harta, y mientras más largo el sermón, peor.

Cultivar la confianza y la conversación desde niños

Para evitar caer en una relación llena de sermones, los papás tendrían que cultivar la confianza y la conversación con sus hijos desde niños, para, ante cualquier problema, poder conversar, hablar de a dos. Para eso, los papás tienen que ser capaces de escuchar a sus hijos y no solo desear ser escuchados por ellos.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

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