12 oct 2011

La autoestima de los adolescentes y su relación con los papás


Un grupo de investigadoras argentinas publicó en el 2009 un trabajo en el que se muestra que los adolescentes que calificaban mejor la relación con sus papás y que se sentían más comprendidos por ellos mostraban mejor autoestima global que los adolescentes que no reportaban buenas relaciones con sus padres y que se sentían poco comprendidos por ellos.

En la misma investigación se vio que en las mujeres adultas jóvenes también sucedía lo mismo: a mejor relación con los padres y mayor sensación de ser comprendida por ellos, mejor autoestima global.

¿Por qué es importante la autoestima?

Lo que una persona siente por sí mismo, lo que piense de uno mismo, cuánto se valore, cómo se juzgue, va a determinar casi todas sus acciones.

Para entender esto supongamos que uno tiene un objeto que valora (estima) mucho. Esa persona va a cuidar ese objeto, lo va a proteger de posibles daños, lo va a utilizar con cuidado, lo va a mantener en buen estado. Supongamos que uno tiene, por el contrario, un objeto al que no valora. Es posible que esa persona no cuide ese objeto, no lo mantenga protegido e incluso se olvide de su existencia.

Supongamos que alguien conoce a una persona que estima mucho, que quiere mucho o por la que siente amor. Esta persona va a mostrarse interesada por el bienestar de la otra, va a querer lo mejor para ella, va a querer ayudarla siempre, va a querer estar con ella para sentirse bien juntos, va a valorar su compañía, la va a proteger en la medida de sus posibilidades. Supongamos que alguien conoce a una persona por la que no siente mayor afecto positivo. Evidentemente, no va a interesar mucho su bienestar, no se va a pensar en ella, no se va a desear su compañía, no se va a desear genuinamente lo mejor para ella.

En el otro extremo, supongamos que usted tiene un objeto por el que siente rechazo. Muy probablemente lo destruiría o haría lo posible por deshacerse de él. Supongamos que una persona conoce a alguien por el que siente odio. Posiblemente, esa persona desee el mal a ese otro o incluso se lo termine haciendo directamente. Ahora bien, todo lo dicho en estas suposiciones se puede aplicar a lo que una persona siente por sí misma.

Es por eso que si una persona tiene una buena autoestima se va a proteger mejor, va a proveerse de lo que es bueno o mejor para uno (buenas calificaciones, buenos amigos, buena pareja, buenos estudios), va a aprovechar las oportunidades que le da la vida, va a cuidarse bien de los posibles daños o amenazas del mundo. Igualmente, si una persona no se quiere a sí misma, puede descuidarse o ser irresponsable consigo misma, puede darse lo que no es lo mejor o lo que no le conviene, puede incluso acabar deseando autodestruirse o directamente hacerlo a través de múltiples acciones (drogas, enfermedades, negligencia en general).

¿Qué les toca a los papás?

Ahora bien, si sabemos que la autoestima de los adolescentes y de muchos adultos jóvenes tiene relación con cómo ellos perciben sus relaciones con sus padres, estos podrían empezar preguntándose desde ahora cómo es que se da esto en sus propios hijos. Parece buena idea pensar, evaluar, analizar, cómo nuestros hijos sienten sus relaciones con nosotros como padres y si ellos sienten que nosotros los comprendemos.

En parte puede ser sencillo ver esto en la propia familia. Es cuestión de preguntarse cómo nos relacionamos a diario con nuestros hijos, cuánto contacto tenemos con ellos en el día a día, cuán enterados estamos de sus preocupaciones o del estado de sus asuntos, qué proporción del tiempo en el que nos relacionamos con ellos está marcado por discusiones, peleas o situaciones tensas. ¿Acaso ellos nos han dicho recientemente cosas como “es que tú no me entiendes”, “no te cuento porque no te tengo confianza”, “no te cuento porque luego me gritas”, “no te cuento porque luego me castigas”, “no te cuento porque luego me criticas” o alguna cosa parecida?

Hay que preguntarse también si ellos nos respetan, si ellos no nos respetan o si ellos nos tienen miedo. A veces, por más extraño que pueda sonar, el papá o la mamá creen que se lleva de maravillas con su hijo o hija, y cuando se le pregunta al adolescente, él o ella termina diciendo que siente todo lo contrario y que la relación es mala. A veces los chicos ocultan sus sentimientos a alguno de sus padres por miedo o por falta de confianza.

Si se detecta algún problema de este tipo con el adolescente lo correcto sería apuntar acciones para revertir la situación o conseguir un escenario de mayor armonía entre hijos y padres. Hay que recordar que no se trata de medidas aisladas, como pasar un buen fin de semana para luego volver a lo mismo de siempre. Tampoco se trata de dinero o regalos, ni tampoco se trata de que el padre o la madre caigan en disfuerzos para parecer más jóvenes ante sus hijos en un intento de ganar su confianza.

De lo que se trata es de conseguir que los chicos sientan que la relación con sus papás es buena y que se sienten comprendidos por ellos, y la única forma de alcanzar esto es a través de hechos mantenidos en el tiempo, de dedicarle tiempo a los hijos, de pasar regularmente buenos momentos con ellos, de no caer en el extremo del autoritarismo ni en el extremo de la irresponsabilidad, de conversar con ellos y de saber escucharlos.

Finalmente, si la situación se siente inmanejable, no hay que tener miedo o reparos en acudir con un especialista para consultar el tema. No es necesario esperar a que las cosas se agraven con el tiempo.

Referencia

Facio, Alicia; Micocci, Fabiana; Boggia, Paula; y Rasch, Laura (2009). Relación con los padres y trayectorias de autoestima global desde la adolescencia hasta la adultez emergente. Investigaciones en Psicología. Año 14, número 3, 21-34.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

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