12 nov 2012

Ambientes enriquecidos versus ambientes empobrecidos

En un documento de la Universidad de Huelva encontramos esta imagen:


Si los hombres de ciencia realizan este tipo de experimentos en animales es porque su ética les impide llevarlos a cabo en seres humanos; pero la intención (justificada o no) es obtener información que pueda servir para comprender precisamente a las personas.

Aquí tenemos a unas ratas que crecen en ambientes empobrecidos (b), sólo con las necesidades básicas satisfechas. Luego tenemos a otras en ambientes un poco más enriquecidos (a), donde por lo menos hay otras ratas con las que se comparte. Y, finalmente, tenemos a otras que han crecido en un ambiente más rico en elementos, donde no solamente hay alimentos y otras ratas, sino más espacio y la posibilidad de hacer otras actividades como jugar o ejercitarse (c).

El texto de la imagen enumera las ventajas que se encontraron en las ratas que crecieron en ambientes enriquecidos. La pregunta es si se podría pensar que esto mismo se puede aplicar a los niños.

Ahora niños

Pensemos en un primer niño que crece solo, juega solo, come, bebe, duerme y se encuentra confinado en su casa, protegido (o sobreprotegido) por sus padres. Ahora pensemos en un segundo niño que, además de tener las necesidades básicas, tiene la posibilidad de compartir con otros niños, de jugar, de ejercitarse, de salir, de pasear y de aprender cosas nuevas. ¿Podría ser que efectivamente este segundo niño tenga ventajas sobre el primero?

Las mismas conclusiones

Nuevamente podemos llegar a las mismas conclusiones a las que llegamos en entradas anteriores (véase estas entradas: 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7). Los padres deben jugar con sus niños, dedicarles algo de tiempo y no limitarse sólo al trabajo, deben animarlos a hacer deporte o hacer deporte con ellos, deben enseñarles ellos mismos cosas nuevas y no esperar a que sean los profesores los únicos que lo hagan. Si el papá sabe hacer música, enséñele música a su hijo o hija. Si la mamá sabe bailar, enséñele a bailar a su hijo o hija. La idea aquí es compartir aquello que nos apasiona con nuestros hijos y divertirnos también nosotros.

Asimismo, se les debe dejar jugar en ambientes adecuados, con otros niños de su edad, no confinarlos en la casa o condenándolos a relacionarse sólo son adultos. Haciendo esto constantemente (sin caer en exageraciones y en la sobreocupación, privando a los niños de momentos de paz y descanso) los niños desarrollarán mejor su sistema nervioso y tendrán mucha mayor capacidad de aprendizaje, lo que les dará mayores posibilidades de forjarse un buen futuro. La idea, finalmente, es enriquecer la vida y el desarrollo de los niños.

Referencia

Fundamentos biológicos del aprendizaje y la memoria. Universidad de Huelva. Departamento de Biología Ambiental y Salud Pública. Puede leer este documento aquí.

3 comentarios:

  1. El martes de la semana pasada (27 de noviembre), la neuroeducadora Anna Lucía Campos dio una conferencia en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya. En dicha conferencia se tocó también el tema de los neuromitos, malentendidos que nacen a partir de la información que nos da la investigación científica.

    Uno de los neuromitos que se mencionó fue justamente uno nacido a partir de esta información. Se ha creído que a los niños hay que estimularlos lo más posible para que, al igual que las ratas de los experimentos, desarrollen al máximo su sistema nervioso. Esto es lo que ha llevado, en parte, al extremo la idea de estimulación temprana, por ejemplo, en la que muchas veces es más importante la cantidad de estimulación y de experiencia y no tanto la calidad de la misma.

    En la conferencia mencionada, Anna Lucía Campos dijo algo muy cierto: que es más importante la persona con la que el niño vive sus experiencias, que las experiencias por sí solas. La idea no es enriquecer la vida de los niños por enriquecerla (como con las ratas), con una serie de actividades y de estímulos sin sentido. La idea es enriquecerla con actividades y estímulos que tengan un significado especial, que sea algo que tenga una razón de ser. Por eso se insiste en que los papás jueguen y enseñen a sus hijos, de mutuo acuerdo, sin que ni papá ni hijo se sientan obligados a hacerlo. Así el niño enriquece su vida con estímulos y experiencias importantes.

    Por ejemplo, Anna Lucía Campos enseñó en la conferencia la fotografía de la habitación de un niño repleta y sobrecargada de colores y de materiales. Esa habitación fue armada con la idea de que el niño crezca en un ambiente enriquecido. Pero no se trata de eso. No se trata de replicar el experimento de las ratas con los niños. Si esos colores y esos objetos en la habitación no tienen otro sentido ni otro uso que el de la pura estimulación, algo anda mal.

    Creo que es verdad, crecer en un ambiente enriquecido es bueno, pero en un ambiente enriquecido de cosas y de experiencias importantes.

    ResponderEliminar