12 jun 2018

¿Cómo hacemos los psicólogos para no "volvernos locos"?

Encontré este meme en mis noticias de Facebook.


Lo que sucede es que un psicólogo o psicoterapeuta que está haciendo bien su trabajo no debería sentir esas ganas. ¡Esto es fundamental! Si un psicólogo siente esas ganas, es que están pasando al menos una de dos cosas indeseables:

1) El psicólogo de alguna manera está flaqueando porque el caso o la intensidad del mismo está sacándolo de su posición neutral. Esto puede ocurrir por ejemplo cuando el psicólogo tiene también asuntos sin resolver y el caso que está atendiendo lo está confrontando con ellos. Un ejemplo cualquiera: un psicólogo que ha sido víctima de abusos sexuales en el pasado que se encuentra frente a su paciente abusador sexual. Por eso es que es tan importante que los psicoterapeutas tengamos nuestra propia psicoterapia.

2) El psicólogo en cuestión es un profesional no capacitado, fuera de práctica o mal preparado. Esto es también algo que puede darse; toda disciplina o práctica humana tiene profesionales o técnicos excelentes, buenos, mediocres, malos y pésimos, y la psicología no es la excepción.

¿Por qué digo que un psicólogo que está trabajando suficientemente bien no debería sentir esas ganas? La respuesta está en un término un poco extraño:

Disociación instrumental

Esto es algo que todo programa académico de psicología tendría que tener, y de forma muy potente, ya que es uno de los pilares de la práctica de la disciplina y no basta con decirlo, ¡requiere entrenamiento! En mi caso, felizmente, se encargaron de inculcárnoslo con el énfasis debido, no sé si será así en todas las universidades, pero tendría que ser así.

Verán, cuando uno va al psicólogo, uno no va a tener una conversación común, que podría tener con un amigo, con un conocido, con un familiar, con el taxista o con el barman, ¡no! La comunicación con un profesional de la salud psicológica está regida por una teoría y una técnica, donde una de las columnas es esta "disociación instrumental" de la que hablo.

Disociación

"Disociación" se refiere a que la persona se disocia, es como si "se partiera", como un pastel. Los psicólogos nos disociamos cuando estamos atendiendo personas (o al menos deberíamos hacerlo si queremos atender bien), nos partimos como una pizza y los slices que no sirven o perturbarían el trabajo, los "echamos fuera de la sala".

¿Cuáles son esas tajadas que echamos fuera? Echamos fuera la tendencia a juzgar que todos tenemos. Por lo general, los seres humanos juzgamos los hechos según nuestra escala de valores y nuestra moralidad. Si tú tienes ganas de decirle a tu interlocutor "¡eso te pasa por imbécil!" es porque lo acabas de juzgar, acabas de juzgar que su comportamiento es estúpido y que el mal por el que está pasando se lo tiene bien merecido "por imbécil". Hay un juicio, una sentencia y un castigo. Eso es algo normal en las personas. Yo lo hago, probablemente tú lo hagas y las personas que te rodean también. No hay nada nuevo en ello.

Pues bien, esa tendencia a juzgar, el psicólogo en un adecuado ejercicio, la separa de su propio ser y la "apaga", la coloca "entre paréntesis", "cierra la aplicación", mientras dure la consulta e incluso, lo que es más deseable aun, protege toda la información que tenga que ver con su paciente o consultante de esa tendencia a juzgar que es tan natural en nosotros.


También echamos fuera buena parte de nuestra propia biografía, y solo la traemos de vuelta cuando nuestra experiencia podría servir de algo importante a la persona que está con nosotros. Echamos fuera otras tajadas más, pero baste con mencionar estas dos.

Instrumental

La palabra "instrumental" se refiere a que dicha disociación se utiliza como instrumento para alcanzar un fin, un objetivo. El objetivo es que el paciente o consultante se sienta libre de expresarse, porque solo así se podrá trabajar en el fenómeno que está motivando la consulta. El ejercicio de la psicología se parece en esto al ejercicio médico: si no te quitas la ropa, no se te podrá examinar, ni entender el problema, ni tratarlo. Es exactamente igual, mientras el paciente o consultante no se quite los ropajes psicológicos que hacen posible que presente su mejor cara a todos allá afuera, no se podrá entender bien qué sucede, y eso no sucederá mientras, por ejemplo, se sienta juzgado. Por eso esa disociación que hace el psicólogo es "instrumental", es un instrumento para que el paciente o consultante se sienta libre de "desnudarse".

Ahora bien, no solo sirve para eso. También sirve para que el psicólogo pueda trabajar sin perturbaciones propias. ¿Cómo escuchar, entender, comprender, ser empático o servir a alguien que en la calle o en cualquier otro lado te podría generar antipatía, indignación o incluso miedo? Igual sucede con sentimientos "positivos". ¿Cómo escuchar, entender, comprender, ser empático o servir (de manera profesional) a alguien que en la calle podría atraerte sexualmente o podría generarte ganas de ayudarlo mucho o de ser su amigo de lo bien que te cae? Esto se entiende mejor con un ejemplo: imagínate que no existe la disociación instrumental, que eres hombre y terapeuta de pareja y que llega una pareja a tu consulta. La mujer te atrae muchísimo y encima te hace gestos que interpretas (erróneamente o no) como de seducción o de coqueteo. ¿Con qué ganas la ayudas a salvar su matrimonio?

La disociación instrumental es herramienta para muchas cosas más en este trabajo, pero lo dejo ahí para no alargar tanto.

Entrenamiento

Algunas personas no creen que esto sea posible, otros no saben que así se trabaja en psicología (y también en muchas otras disciplinas - incluso personas que realizan trabajos que no requieren estudios académicos, como los mozos y meseras o los cajeros de banco, hacen un tipo de disociación instrumental cuando están trabajando, de lo contrario sería un caos). El hecho es que nos entrenan para esto. Pasamos seis años en la universidad y otros más formándonos en especialidades para, entre otras muchas cosas, poder hacer esto eficientemente. Así que no, un psicólogo no piensa que eres un imbécil, y por ende no tiene que aguantarse de decirte nada, a menos que sea un mal profesional o a menos que el caso lo haya hecho flaquear en la aplicación de la técnica, debido a motivos generalmente personales que el mismo profesional tendría que detectar y corregir para que no vuelva a ocurrir nunca más.

Esto responde también a una pregunta que me han hecho mil veces en el consultorio: "¿cómo hacen los psicólogos para no volverse locos?". Pues nada, aquí está también la respuesta que, al menos yo, manejo actualmente.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

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