En las dos entradas anteriores hablábamos de un artículo de Norma García Villalva que llamó nuestra atención. Recordemos que daba 6 razones que explicaban el mal comportamiento de los hijos:
1) Porque tú los dejas
2) No hay consecuencias del mal comportamiento
3) Tú les dices a tus hijos que son especiales
4) Tú haces que tus hijos sean la cosa más importante en tu vida
5) Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios
6) Trabajas en la autoestima de tu hijo
Hablemos ahora de la quinta razón:
Fallamos a la hora de enseñarles la diferencia entre derechos y privilegios
"Los hijos tienen entre otros los siguientes derechos: a la vida, a jugar, a la libertad de opinar, a una familia, a la protección contra el trato negligente, a la alimentación, etc. Los privilegios son concesiones ganadas por una acción determinada; a nuestros hijos les compramos cosas, lo más actual en videojuegos, por ejemplo, o ropa o zapatos de marca, o una mascota, e incluso los llevamos al cine o a vacacionar, les compramos celulares, etc, etc. y todo gratis, a cambio de nada, hoy te digo que aunque te sobre el dinero para complacer a tu hijo, tienes que enseñarle a ganárselo; él tiene que saber que las cosas que le gustan cuestan y hay que pagar un precio por ellas, incluso estas cosas te ayudarán en la negociación de actitudes y comportamientos."
Es bien importante la distinción que hace García con respecto a derechos y privilegios. Los hijos tienen derecho a vestimenta, pero la vestimenta costosa y de marca que ellos específicamente piden es un privilegio. Vestimenta, así, a secas, no es lo mismo que vestimenta cara, importada o de marca.
Lo que García está diciendo es que cuando estas dos cosas se confunden empiezan los problemas, ya que el menor cree realmente que los papás están obligados a darle lo que él desea, que sus acciones no tienen consecuencias y que él es un privilegiado de por sí, por naturaleza, no importa qué haga, con qué intención o con qué finalidad; él tiene de todo y todo lo que desee, basta con pedirlo o, máximo, rogarlo o suplicarlo a sus papás.
Efectivamente, si tu hijo tiene, por ejemplo, 8 años, se comporta como un salvaje en la casa y en el colegio, no responde a tu autoridad, te manipula y se comporta como un tirano, no vas a comprarle una tablet o una play station 4... por favor. Hacer esto es enloquecedor, literalmente, no corresponde, es casi casi como el mundo al revés.
Lo que corresponde es atender la salud mental de este niño o de esta familia y ser coherentes con la disciplina.
Cuidado con llevar esto a niveles negativos
Sin embargo, esta negociación, este "ganarse los privilegios" a los que hace mención García, según nuestro parecer, tiene ciertas consideraciones.
1. Es mejor no hacer explícita la negociación. Es decir, el decir "si te portas bien este fin de semana en casa de tus tíos te compro lo que me has pedido", no nos parece una forma positiva de abordar el tema de los privilegios. ¿Por qué? Porque el niño aprende a "portarse bien" sólo cuando el otro tiene con qué pagarle, cuando lo civilizado es comportarse correctamente por respeto al otro. Los privilegios es mejor que caigan cuando los papás sienten que su hijo se los merece, sin anunciarlo, sin decir por qué, simplemente que caigan mudos. El portarse bien, las buenas notas, el respetar la autoridad de los papás es mejor reforzarlos rápidamente verbal y corporalmente, con cariño, no con cosas materiales.
2. Con respecto a los estudios y más o menos en la línea de lo anterior, si tú le dices a tu hijo que si saca buenas calificaciones le compras la lap top que desea, tu hijo aprenderá que el trabajo es bueno sólo en la medida en que trae una recompensa material ajena al trabajo mismo. Vivir así trae innumerables problemas a lo largo de toda la vida; por ejemplo, problemas vocacionales. A los niños, por naturaleza, les encanta aprender cosas nuevas. Esto es bueno reforzarlo desde temprano, desde que ingresan a inicial, celebrando el aprendizaje de lo nuevo, de las nuevas habilidades adquiridas, no comprándoles cosas. Así el niño disfrutará su proceso de aprendizaje por sí mismo. Los privilegios aquí también es bueno que caigan solos, mudos, sin anuncios, sin negociación previa, cuando sientas que tu hijo se lo merece.
Conclusión
Los derechos de tus hijos son inviolables. Los que corresponden a tu crianza como papá, son tu deber, no hay forma de evadirlos: protección, salud, alimentación, vestido, educación, vivienda, juego, buen trato, etc.
Dar privilegios no es tu obligación. Consideramos que es necesario otorgarlos dosificadamente, con cuidado, de acuerdo a la realidad, a cómo se dan las cosas. De esa forma sabrás que mientras más dispuesto estés a darle a tu hijo cosas que él desea es porque él mejor está. De esa forma los privilegios se convertirán en un aliado y no en un enemigo.
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